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Afrontar el duelo

  • 14 jun 2021
  • 3 Min. de lectura

“El duelo es el proceso de pasar de perder lo que tenemos a tener lo que hemos perdido” Stephen Fleming.


El afrontamiento del duelo consiste en:

Recorrer el camino desde el día uno.

Admitir que hemos perdido.

Moderar actitudes evasivas.

Evitar la tendencia al aislamiento.

Hacerse cargo de sí mismo.

Ser pacientes.

Vivir un día a la vez.

Hablar sobre la pérdida.

Desplegar los brazos hacia la vida.

Acoplarse a la vida sin…

Expresar con honestidad las emociones.

Tener una actitud grata ante los recuerdos.

Integrar la experiencia.

Aprender a querernos tristes.

Desechar las culpas.

Comprender que no volveremos a ser los que fuimos.

Decidir con voluntad recorrer el duelo.

Acoger lo que sentimos.

Propiciar espacios propios.

Caminar del dolor a la esperanza.

Observar la experiencia en perspectiva.

Hasta reconciliar el dolor con la esperanza.

En el duelo podemos aprender a honrar las emociones.

Es la mejor manera de ir dando pasos adelante.

No hay emociones negativas, tampoco positivas, simplemente son y aparecen indistintamente para quedarse con nosotros por ratos. Son lo que sentimos, pero no lo que realmente somos, no somos la emoción. Sentimos la emoción que es diferente.


¿Qué hacemos entonces con las emociones?

Reconocerlas

Reconocerlas es el primer paso, aprendiendo a identificarlas. Cuándo siento miedo lo reconozco, lo saludo: ¡Hola miedo¡ y le permito quedarse el tiempo que necesite hacerlo. No lo apresuro, sino que más bien respiro profundo, retengo un momento la respiración y luego la suelto despacio. Puedo hacer lo mismo con la rabia, la culpa y la tristeza. Les permito estar, y quedarse un rato, no solo las saludo sino que además las abrazo, las reconozco mientras estén presentes. Uno no sale de ellas, ellas salen de uno, para volver nuevamente, ya sea de a una, de a dos o todas al mismo tiempo. Y en cuanto más las identifique mejor será la manera de honrarlas. Permitirse sentir la emoción, cualquiera que sea, son avances en el proceso del duelo. Liberan, tranquilizan, calman, porque al hacerlas conscientes, las aceptamos y damos apertura para gestionarlas.

Liberarlas

Asimilar que estamos tristes y abrazar ese sentimiento, sin negarlo ni tratar de evitarlo, moviéndonos en consecuencia para no enquistar la energía de la emoción, es la manera de querernos tristes. No desde la razón, sino desde el corazón, que es el lugar donde se gestionan las emociones y los sentimientos.

Las emociones tienen su sentido y su quehacer, la ira por ejemplo nos permite establecer límites, ir por lo que queremos y movernos hacia allá. El miedo es una brújula que nos permite saber hacia dónde ir. La tristeza nos abre el corazón, nos permite estar con otros desde ese lugar vulnerable que es sagrado.

Cuando aprendemos a aceptar lo que sentimos, y podemos equilibrar las emociones; logramos darles curso desde el movimiento con la intención de liberar, es cuando realmente honramos las emociones porque les facilitamos su liberación que es lo que más necesitan.

Respetarlas.

Generalmente nos dicen que no está bien expresar nuestras emociones, se espera que como adultos manejemos los sentimientos por la pérdida con madurez. ¿pero qué significa eso realmente? Erróneamente se espera que lo hagamos con compostura, sin alterarnos, sin expresar libremente lo que sentimos, y por lo tanto nos vemos obligados a negar lo que sentimos, de tal manera que no damos otra opción diferente a las emociones que enquistarse. Así es como las irrespetamos, puesto que al negarlas también las evitamos; hacemos caso omiso de ellas, las ignoramos por completo, cuando inevitablemente están con nosotros permanentemente, y no saldrán de nosotros sino hasta que nosotros les permitamos salir y es este el respeto por las emociones.

 
 
 

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