Enseñanzas de una madre mayor ante la muerte de su hijo
- unaluzparamiduelo
- 12 ago 2021
- 3 Min. de lectura
En estos días inició psicoterapia una madre de setenta y cinco años que perdió un hijo por Covid19, y fue tan difícil lograr que esta mamá se conectara conmigo durante la cita, que me conmovió inmensamente, porque era tal su tristeza y el dolor que la partía en dos que ni siquiera lograba que afloraran sus palabras, tampoco sus sentimientos. Estaba en shock, confundida, triste, desolada, con la mirada apagada, parecía estar fuera de sí misma, y sin ningún interés por mí o por lo que la cita le pudiese aportar. Más bien estaba cumpliendo un deber con sus otros hijos quienes seguramente la convencieron de asistir a una cita psicológica y ella como buena madre, les diogusto.
A pesar de que el duelo es universal, es tan personal como personas hay. Por ejemplo esta madre reacciona e inicia su proceso de duelo con mutismo, no habla y tampoco expresa sus sentimientos, solamente siente el dolor de su corazón y sobrevive. Llora un poco pero nada más. Sin embargo logra apoyarse en sus seres queridos, comparte con ellos, sale a tomar un café, se deja consentir, les permite acompañarla, hace los oficios de la casa, sale a caminar un poco y así con pequeñas metas que se pone cada día, va retomando la cotidianidad de su vida. Esto tan simple y sencillo, es un gran logro para esta madre en duelo.
De manera que con esta mujer mayor, he aprendido bastante, entre otras cosas darme cuenta que no necesariamente la pérdida se procesa expresando lo que se siente y piensa, hablando, llorando, aflorando la rabia, la culpa, el miedo y el dolor. Sino más biensiendo quien realmente soy. En ella lo veo claro, así es su honestidad emocional; simple, llana, diáfana, sencilla. Dice abiertamente que murió el hijo de su corazón, su hijo favorito, la principal razón de su vida y que al irse, se llevó más de la mitad de su vida y que desearía irse junto a él pero que no lo hace porque vivir es un deber hasta que llegue la hora de morir.
Veo que no está deprimida, está triste que es distinto. ¿Y cómo no estarlo? Entonces permitirle ser quien es realmente, expresarse siendo consecuente con ella misma, con su manera de ser retraída, de pocas palabras, simple, sencilla, callada, pero profunda, amorosa, incondicional, y sabia. De tal manera que con validarle sus sentimientos, sin presionarla a hacer o a decir nada, sin juzgar sus reacciones, sin evitarla en sus silencios largos, sin decirle que hacer o como hacerlo; fue como logré que se conectara conmigo, que se sintiera un poco más tranquila y que la cita le hubiese aportado algo solo con validarle sus sentimientos sobre la que la muerte de su hijo: “Señora, la muerte de su hijo es la peor de las tragedias, y usted está manejando su pérdida de la mejor manera! Siga haciendo lo que está haciendo.
Cada día y durante un tiempo largo, esta madre vivirá con esfuerzo y con dolor, con su hijo muerto en su corazón, con sus recuerdos que lo hacen inmortal. Hasta que llegue el momento de seguir viviendo con menos esfuerzo y menos dolor, con más recuerdos alegres y felices que le devolverán un poco la alegría de haber tenido ese hijo amoroso por tantos años y así convivir no solo con el hijo que duele sino con el hijo que le dio tanto. El amor sigue creciendo hacia ese hijo que nunca se olvidará.
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