¿Por qué duele el primer aniversario?
- 11 may 2021
- 3 Min. de lectura
Actualizado: 20 may 2021
Algunos expertos aseguran que el duelo dura un año, con lo cual no estoy de acuerdo porque el duelo no tiene fecha de vencimiento, es para toda la vida y es la confusión y el dolor lo que llega a su fin, pero tampoco se sabe cuándo.

Pienso que más bien se habla de un año, por muchas razones, como por ejemplo porque durante ese primer año estamos en modo sobrevivencia, por no decir que se continúa en shock. De todas maneras nos sentimos como adormilados en la vida y nuestra capacidad de respuesta está menguada. Por más que vamos aprendiendo despacio a vivir en confusión y dolor, no quiere decir que ya hemos aceptado el proceso de duelo ni mucho menos la pérdida.
Durante el primer año sobrevivimos con su ausencia.
Apenas estamos procesando y muy despacio lo que sucedió y las consecuencias de lo sucedido. Y en este transcurso, van llegando las fechas importantes por primera vez sin nuestro ser querido que murió. El primer cumpleaños, el día de la madre y del padre, la navidad y el año nuevo, y otras más, pero el aniversario de su muerte es la más dura.
Durante el primer año la ausencia de nuestra persona querida lo toca y lo impacta todo, hasta en los mínimos detalles y el vacío que se siente es inmenso, porque no solo la extrañamos sino que la añoramos. Y sobre todo nos duele intensamente.
Además apenas estamos acostumbrándonos y adaptándonos a vivir sin su presencia, inclusive al principio esperamos su llamada y estamos pendientes del teléfono por si algo, también su regreso a las horas acostumbradas, seguimos esperando que de pronto aparezca en algún momento, nos sentimos ansiosos y en total zozobra, con un vacío permanente y nada sucede. Después de un tiempo vamos dejando de esperar a que llame o a que llegue y el dolor en vez de disminuir aumenta porque se nos va imponiendo la realidad y empezamos a dejar de negar pero con más dolor.
Extrañamos su compañía, su risa, su presencia
Seguimos sintiendo dolor, miedo, rabia y culpa
Y continuamos la vida con la pérdida a cuestas, ya hemos retomado casi todo y la vida se vuelve “normal” otra vez. Hacemos lo mejor que podemos e invertimos un esfuerzo grande para lograrlo. Retomamos lo cotidiano, y en ese cotidiano sí que se siente con intensidad la ausencia de la persona que murió. Y nos hace falta muchísima falta. Su compañía, su conversación, su risa, su estilo de relacionarse con uno, su ayuda, su apoyo, en fin: su presencia con todo su ser en nuestra vida.
Seguimos sintiendo, dolor intenso, rabia, miedo, culpa. De una manera fuerte e intensa, apenas si podemos con todas esas emociones que nos desgastan y quenos cansan, no queremos seguir sintiendo lo que sentimos, deseamos que pase rápido pero no lo logramos a pesar de que supuestamente estamos viviendo una vida “normal”. Seguimos agotados por tanto dolor y confusión. Lloramos mucho o sino lloramos tanto, igual no estamos bien. Es posible que más bien nos sintamos resignados, con cierta apatía e indiferencia ante lo que estamos sintiendo y viviendo, y por lo tanto sin empezar a relacionarnos y mucho menos gestionar todo eso que estamos sintiendo y estamos pensando y tal vez haciendo.
Llega el día del aniversario
Y es así como llega el aniversario, el primero, y nos agarra en estas condiciones por lo tanto desde una par de semanas o inclusive desde un mes antes, empezamos a vivir de nuevo el día de la pérdida de nuestro ser querido y a recordar los día previos y también los posteriores. Y vuelve el dolor que nos parte en dos, esa tristeza infinita, esa desesperanza total, esa desilusión inmensa. Y sentimos que retrocedimos del todo.
Y al día siguiente iniciamos el segundo año de la pérdida con otras posibilidades, algunos aprendizajes, más herramientas, y continuamos el camino del duelo, tal vez empezando a gestionar nuestras emociones y sentimientos, también nuestros pensamientos. A escuchar nuestro corazón para comprender y aceptar lo que sentimos y lo que vivimos. Y de esta manera seguir enfrentando la pérdida día a día con todo lo que ésta implica. Hasta que llega el segundo aniversario de la muerte, y nos vuelve a doler mucho!
Otra vez demasiado, pero de todas maneras ya hemos dado pasos adelante y los seguiremos dando. Porque seguimos en duelo.